 
En los últimos 10 años se ha dado un importante cambio en el mundo creacionista. La vieja escuela 
tradicional de "creacionistas científicos" de Duane Gish y el Institute for 
Creation Research sigue en sus andanzas: tratando de sembrar dudas sobre la 
validez científica de la evolución; de hacer creer que la creación divina es una 
"teoría alternativa" a la evolución que debe tener "igualdad de oportunidad" en 
las clases de ciencias; de colarse en juntas educativas; de cambiar los libros 
de texto y las leyes estatales que reglamentan la educación de ciencias; y de 
pleitear en los tribunales para que el gobierno ordene a los maestros de 
ciencias de las escuelas públicas enseñar una serie de creencias religiosas (la 
"ciencia de la creación") en franca violación de la separación constitucional de 
la iglesia y el estado, etc. Pero esta escuela, que sostiene que toda palabra 
del Génesis es verdad, está bastante desprestigiada porque la han confrontado 
científicos de todos los campos que han declarado públicamente una y otra vez 
que la "ciencia de la creación" es una pseudociencia, que la evidencia 
científica de la evolución es sólida, que los creacionistas no siguen los 
métodos científicos y que su teoría es religión, no ciencia.
Los 
creacionistas tradicionales hicieron grandes campañas en las dos décadas pasadas 
y lograron ciertos éxitos, pero también sufrieron derrotas importantes en varios 
pleitos destacados. Por ejemplo, en un caso de 1982 conocido como McLean et al 
vs. Arkansas Board of Education, prominentes científicos de muchos campos, 
ganadores del premio Nóbel y evolucionistas conocidos (como Stephen Jay Gould y 
Francisco Ayala) fueron al tribunal a explicar que la evolución es un hecho 
científico perfectamente establecido y que la "ciencia de la creación" no tiene 
absolutamente nada que ver con la ciencia. También fueron especialistas en 
religión y filósofos de la ciencia a explicar las diferencias entre ciencia y 
religión, y a poner en claro por qué la "ciencia de la creación" no debe 
enseñarse en las clases de ciencias. El resultado fue un revés para los 
creacionistas. Otra derrota importante sucedió en 1987 en el caso Edwards vs. 
Aguillard de Louisiana, cuando la Suprema Corte declaró que era inconstitucional 
ordenar la enseñanza de la "ciencia de la creación" al lado de la evolución en 
las clases de ciencias (una ley que los creacionistas hicieron adoptar en el 
estado de Louisiana) porque eso implica enseñar en las escuelas estatales una 
creencia religiosa específica (que una fuerza sobrenatural creó los seres 
humanos) y la Constitución lo prohíbe. A pesar de esas derrotas, los 
creacionistas tradicionales que creen en la Biblia al pie de la letra no han 
colgado la toalla y siguen sembrando confusión, y han logrado que unas 
editoriales pongan "advertencias" en los libros de texto de biología de 
secundaria de que la teoría de la evolución está aún por decidirse y que los 
estudiantes deben mantenerse abiertos (!) a teorías alternativas (obviamente 
religiosas).
Los creacionistas no están satisfechos con los éxitos que han 
tenido a nivel municipal y estatal, y quieren imponer la enseñanza de su dogma 
religioso en todo el país. Para lograr eso, especialmente con las derrotas que 
han tenido en los tribunales y con las fuertes críticas de la comunidad 
científica, necesitan una nueva estrategia: necesitan nuevos argumentos para 
convencer al público general, que está más informado y desconfiado de la 
"ciencia de la creación"; y necesitan una nueva estrategia legal para que los 
tribunales aprueben la enseñanza obligatoria en las escuelas públicas de lo que 
a fin de cuentas es religión.
Por eso entra en escena la nueva generación de creacionistas de Diseño 
Inteligente.
La escuela de Diseño Inteligente es más pulida que la 
vieja escuela tradicional de "creacionistas científicos" que creen en la Biblia 
al pie de la letra, y por lo tanto tiene más potencial de crear confusión entre 
gente relativamente bien educada. Se dedican a minar la ciencia de la evolución 
y a meter teorías religiosas en las clases de ciencias de secundaria, ¡y han 
logrado colarse en algunas universidades!
El principal ideólogo de este 
movimiento es Philip Johnson, profesor de derecho de Berkeley. Conocedor del 
derecho y de la Constitución, Johnson entiende que la estrategia legal de las 
dos décadas pasadas de los "creacionistas científicos" (que presentan la 
creación bíblica como verdad textual ) tiene pocas probabilidades de cambiar las 
leyes federales, y está modernizando la labia creacionista. Dice que hay que 
dejar de hablar de la Biblia, el Génesis, Adán y Eva, Noé y de que Dios creó 
todo en seis días porque hace fácil cerrarle las puertas de las clases de 
ciencias a la teoría de la creación divina con argumentos de que es un punto de 
vista religioso específico (¡le cayó el veinte!). Johnson entiende que los 
creacionistas bíblicos textuales del Institute for Creation Research y similares 
han perjudicado la causa porque la impresión que dan es que son unos dogmáticos 
fanáticos irracionales.
¿Qué hacer? Bueno, ¿por qué no dar la impresión de 
que es al revés? Que los evolucionistas son unos dogmáticos cerrados y 
testarudos, ¡y que han convertido la ciencia de la evolución y el "naturalismo 
científico" prácticamente en una nueva religión estatal! Y dar la impresión de 
que la nueva escuela de Diseño Inteligente es gente mucho más amplia y 
razonable, abierta a todas las posibilidades, pero a la que le parece que la 
evolución no se ha probado y que ve buenas razones para pensar que es más 
probable que un poder divino creó la vida biológica. Johnson dice que eso se 
puede hacer sin hablar del Génesis, y que de esa forma es mucho más factible 
convencer al Congreso y a la Suprema Corte de que sería "discriminación de un 
punto de vista" no dejar presentar la teoría científica "alternativa" de Diseño 
Inteligente en las escuelas o en otros lugares públicos.
Ese 
razonamiento creacionista tiene dos problemas:
1º. 
Montones de evidencia científica concreta confirman de manera concluyente el 
hecho de que la evolución ocurrió (y continúa), y han demostrado una y otra vez 
los mecanismos por los cuales se produce (como la selección natural). Así que la 
teoría de la evolución no es un "punto de vista" sin comprobar que podría ser 
cierto o falso.
2º. La teoría de Diseño Inteligente efectivamente es un 
"punto de vista" alternativo, pero es un punto de vista religioso y es falso 
decir que es una ciencia alternativa.
En realidad, como 
veremos, el Diseño Inteligente tiene la misma falta de base científica que las 
versiones anteriores de creacionismo científico. Pero puede sembrar más 
confusión (a más gente) por estas razones:
Los "creacionistas científicos" 
de la vieja escuela tradicional son un grupo rústico con un aire de fanatismo 
irracional y profundamente ignorantes de los principios científicos más básicos. 
Pero los creacionistas de Diseño Inteligente son un grupo fino con profesores 
universitarios y gente educada; tienen doctorados en derecho, filosofía, 
matemáticas, ingeniería, y hasta bioquímica y biología molecular. Admiten que 
creen en un dios sobrenatural y en la creación divina, pero afirman que ellos 
son los científicos auténticos porque no tienen el cerebro nublado por los 
prejuicios seculares institucionalizados de la ciencia moderna, a diferencia de 
los evolucionistas. Philip Johnson propone remplazar la ciencia secular (la 
ciencia que explora los mecanismos naturales de los procesos naturales sin 
referencia a seres sobrenaturales ) con una ciencia teísta:¡un método que 
incorpore la idea de Dios en el proceso científico! Con esa posición filosófica 
la escuela de Diseño Inteligente es más profundamente reaccionaria que la vieja 
escuela de "creacionistas científicos", quienes dicen que tienen "evidencia 
científica" de que la evolución es incorrecta pero no llegan al extremo de 
querer meter la idea de Dios en toda la ciencia.
Pero no mucha gente se da 
cuenta de lo que se proponen los creacionistas de Diseño Inteligente. "Debaten" 
cortésmente con los evolucionistas en foros académicos; hablan como si supieran 
ciencia; y en general no parecen fanáticos religiosos. De hecho, a la mayoría no 
les gusta que los llamen "creacionistas", precisamente porque no quieren que los 
confundan con sus hermanos más rústicos que dicen que toda palabra de la Biblia 
es verdad. (En general dicen que para ellos la Biblia es una guía moral y ética 
escrita en metáforas). No hablan de que Dios creó toda la vida en 6 días de 24 
horas hace unos pocos miles de años; no creen textualmente en los relatos de 
Adán y Eva, el Arca de Noé y el diluvio universal. La mayoría acepta que es 
ridículo pensar que todos los millones de especies que vemos hoy son 
descendientes directos de los pares de animales que Noé empacó en el arca. A fin 
de cuentas, son gente educada y entienden que esos relatos bíblicos los 
escribieron seres humanos hace 2,000 años (o más) a fin de explicarse cosas que 
no entendían.
Pero a pesar de eso, no hay ninguna duda de que los 
defensores de la "Teoría de Diseño Inteligente" son, en realidad, creacionistas, 
gústeles el nombre o no: como todas las otras variedades de creacionistas, creen 
que es imposible explicar todas las características de la vida en este planeta 
por procesos evolutivos naturales completamente inconscientes que se 
desenvolvieron a lo largo de miles de millones de años. Creen que, de una forma 
u otra, tuvo que intervenir la mano de un ser sobrenatural.
Aunque admiten 
que no lo pueden comprobar definitivamente, se han convencido de que la vida es 
"demasiado compleja" para explicarla con procesos meramente naturales como la 
evolución. Por lo tanto, piensan, la única alternativa posible es que una fuerza 
superior, un "artífice o diseñador inteligente" -que por definición es 
imperceptible en el mundo natural y por definición no está sujeto a las leyes y 
limitaciones naturales--tiene que haber intervenido en algún punto del proceso 
para que la vida sea como es hoy. ¡Que no digan que no es un punto de vista 
religioso!

 La teoría de Diseño
Inteligente en realidad no es nueva y el "argumento de diseño" es muy viejo. Por 
ejemplo, a principios del siglo 19 el reverendo William Paley se hizo famoso en 
Inglaterra por argumentar que solo un diseñador divino podría haber creado algo 
tan complejo como el ojo humano. Charles Darwin conocía bien esos argumentos, 
que fueron populares a lo largo de todo el siglo 19, y dedicó mucha atención a 
explicar en 
El origen de las especies que, con el suficiente tiempo, el 
simple mecanismo enteramente natural de la selección natural pudo haber formado 
y moldeado características complejas, como el ojo humano. Los biólogos modernos 
dedicados al estudio de la evolución hoy saben que Darwin tenía razón y pueden 
detallar (a un nivel que Darwin nunca imaginó) el desarrollo paso a paso de las 
modificaciones evolutivas que llevaron a la complejidad de los ojos de los 
mamíferos. Pero ya en 1860 Darwin entendía el mecanismo básico, lo que no se 
puede decir de la escuela moderna de Diseño Inteligente que anda resucitando el 
viejo y trillado argumento de William Paley.
Por otra parte, la escuela de 
Diseño Inteligente está "modernizando" el viejo "argumento de diseño". Además de 
aceptar que la Biblia no es la palabra textual de Dios (lo que enfurece a los 
creacionistas tradicionales por "traicionar" la Biblia), en general acepta el 
hecho de que los organismos de este planeta han experimentado cierta cantidad de 
evolución biológica, y que esta continúa (esto también enfurece a los 
creacionistas tradicionales).
La escuela de Diseño Inteligente no habla 
con una sola voz, pero podemos resumir así su oposición a la teoría de la 
evolución:
1) Oposición filosófica y 
metodológica:
Un ataque común, en particular de Philip 
Johnson (el principal ideólogo), es que los científicos modernos han caído en un 
error fundamental al adoptar el "naturalismo científico", que postula que para 
entender los fenómenos naturales se deben investigar exclusivamente procesos 
naturales (¡los únicos procesos que se pueden investigar!). Johnson dice que es 
un error no dar cabida a que una fuerza sobrenatural ordene y guíe los procesos 
naturales y todo el universo. El "naturalismo científico" es el método de 
trabajo de toda la ciencia moderna y es el método por el cual se hacen avances 
científicos. A pesar de eso, Johnson sostiene que la comunidad científica es 
prejuiciada y cerrada porque no da cabida a Dios y porque no inserta esa idea 
dentro del proceso científico. La mayoría de los científicos, inclusive los que 
creen en Dios, dirán que si se abandonan los métodos seculares de la ciencia y 
se empieza a investigar el mundo natural con un método y una cosmovisión que 
parten de la base de que existe un reino sobrenatural (que por definición no 
obedece a las leyes de cambio y desarrollo del mundo material y que no se puede 
investigar ni verificar), ¡eso llevaría a la destrucción total del proceso 
científico y pararía en seco los avances científicos y el desarrollo del 
conocimiento! Más adelante examinaremos de nuevo estos ataques 
filosóficos.
2) Oposición 
"científica":
La escuela de Diseño Inteligente afirma 
que los científicos que se sacuden el prejuicio del "naturalismo científico" y 
se "abren" a la idea de Dios verán que en el mundo hay evidencia de un poder 
superior, de una inteligencia consciente. Los ataques a la evolución que posan 
de científicos se centran en la idea de "filtro de diseño" (o "inferencia de 
diseño") de William Dembski y, especialmente, en la idea de "complejidad 
irreducible" de los sistemas naturales de Michael 
Behe.
A continuación resumimos esos argumentos 
pseudocientíficos:
El "filtro de diseño" de 
Dembski:

 William Dembski,
matemático y filósofo asociado con el Discovery Institute de la escuela de 
Diseño Inteligente, sostiene que debemos aplicar un "filtro" a todo carácter o 
fenómeno de la naturaleza y hacernos una serie de preguntas: primero, ¿se puede 
explicar con nuestro conocimiento actual de las leyes y procesos naturales? Si 
no, ¿se puede explicar como un incidente al azar, la desviación ocasional de las 
leyes de la naturaleza? Si la respuesta es no, dice, nos toca admitir que tuvo 
que ser diseñado por alguna forma de inteligencia consciente.
Esta lógica 
no es muy lógica: primero, el hecho de que no entendamos todavía todos los pasos 
de un proceso natural no implica que no los entenderemos más adelante. Nuestro 
conocimiento de los procesos naturales (por ejemplo de los procesos evolutivos) 
aumenta continuamente.
Segundo, como hemos recalcado tantas veces en esta 
serie, la evolución no es "apenas un proceso al azar". Muchos de los mecanismos 
que generan cambios evolutivos (en particular la selección natural) no son 
procesos al azar (o aleatorios). En la producción de la variación genética que 
tienen todas las poblaciones de plantas y animales (que es la materia prima de 
la evolución) entran procesos al azar (como las mutaciones genéticas); pero la 
selección natural "selecciona" esa variación genética a lo largo de muchas 
generaciones en una relación muy estrecha con un ambiente dado, así que esa 
parte del proceso evolutivo no es al azar.
En una población puede aparecer 
un carácter o rasgo por puro azar (como una mutación o "error de copiado" del 
ADN), pero la selección natural solamente lo propagará a más individuos en las 
siguientes generaciones si ofrece una "ventaja reproductora" (si ayuda a 
producir más descendientes que a su vez producirán más descendientes). Sin 
embargo, el hecho de que un nuevo carácter ofrezca tal ventaja reproductora no 
es una ocurrencia al azar; eso depende de las características específicas del 
ambiente de un organismo, y de la interacción de los organismos con los rasgos 
físicos de ese ambiente y con otros individuos de su especie y de otras 
especies. Dependiendo de las circunstancias, un nuevo carácter puede ofrecer una 
ventaja y ser "favorecido" por la selección natural o no. Por eso no se puede 
decir que esta parte del proceso ocurre al azar.
Dembski (y los 
creacionistas en general) no entienden que los evolucionistas no dicen que la 
evolución natural es "un proceso accidental al azar". Los evolucionistas 
simplemente afirman que la evolución es una propiedad básica de todos los 
organismos; que ocurre a lo largo de generaciones en toda población de 
individuos con variación genética por medio de una combinación de cambios al 
azar del material genético y de procesos altamente selectivos (no aleatorios) 
como la selección natural; que los cambios que pueden ocurrir en cualquier 
momento dado los limita y canaliza la historia de cambios evolutivos pasados, 
pero que el cambio futuro no tiene que proceder en una dirección predeterminada; 
y que el cambio evolutivo procede automáticamente por su cuenta, sin necesidad 
de que intervenga una "inteligencia" externa.
O sea que el "filtro de 
diseño" de Dembski es completamente inútil porque es posible que un rasgo o 
proceso del mundo natural a) no se pueda explicar todavía con nuestros 
conocimientos de los procesos naturales y b) no se pueda explicar como un 
proceso exclusivamente al azar, sin que eso constituya evidencia de que nunca 
podremos entender los procesos evolutivos en cuestión y cómo los han moldeado 
componentes no aleatorios. El "filtro de diseño" de Dembski no da una gota de 
evidencia de que tuvo que intervenir una inteligencia consciente ni razón lógica 
para llegar a esa conclusión.
La "complejidad irreducible" de 
Behe
Michael Behe es un bioquímico de Lehigh University interesado en 
los procesos biológicos que se dan al nivel molecular, es decir, dentro de las 
células. Behe es de los creacionistas que no rechazan toda la teoría de la 
evolución; por ejemplo, acepta la evidencia de cambios evolutivos de pequeña 
escala que se dan continuamente con el paso de las generaciones en las 
poblaciones de cualquier especie a partir de la selección de mutaciones y 
recombinaciones genéticas que ocurren naturalmente. Pero ve un problema con la 
teoría de la evolución al nivel de las moléculas, el nivel que más conoce. Lo 
asombra la complejidad de los sistemas moleculares que funcionan dentro de las 
células para producir, digamos, la cadena de reacciones bioquímicas que permiten 
que el flagelo (la cola) de un espermatozoide se mueva, o la cascada (reacción 
en cadena) de pasos químicos coordinados que permiten que la sangre se coagule. 
Behe afirma que esos sistemas moleculares altamente complejos no pueden ser 
simplemente el resultado de procesos evolutivos naturales (que, como Dembski, 
también llama "procesos al azar") y que, por lo tanto, la existencia de tal 
complejidad es en sí "evidencia" concreta de "diseño inteligente", es decir, de 
que una inteligencia consciente (básicamente un poder sobrenatural) intervino en 
algún punto para crear esos procesos complejos.
Behe y otros de la escuela 
de Diseño Inteligente han llevado más lejos ese razonamiento y afirman que unos 
sistemas biológicos son "irreduciblemente complejos". Un sistema biológico de 
múltiples partes es "irreduciblemente complejo", dicen, si se desploma o deja de 
funcionar cuando le falta una sola de sus partes. Behe da ejemplos del campo de 
la bioquímica de sistemas (reacciones bioquímicas) que no pueden realizar sus 
funciones actuales si les falta aunque sea un componente y después declara que 
para él eso es prueba de una inteligencia consciente (o sea, Dios). ¿Por qué? 
¿Por qué el hecho de que un sistema bioquímico no pueda realizar su función 
actual a menos que todas sus partes funcionen bien es automáticamente prueba de 
"diseño inteligente"? Porque, dice Behe, la evolución biológica natural no pudo 
haber creado todas esas partes necesarias (y con un funcionamiento tan complejo 
y coordinado) de una sola vez . Los evolucionistas contestan que sabemos que la 
evolución es perfectamente capaz de generar sistemas complejos en un proceso 
gradual a lo largo de mucho tiempo, no de un tirón. Pero Behe no cree que la 
evolución haya podido construir procesos bioquímicos complejos paso a paso 
porque un sistema que no tenga todas sus partes no funcionaría (o podría 
desplomarse); por lo tanto no podría ofrecer a un organismo una ventaja 
reproductora y, por lo tanto, la selección natural no favorecería ese desarrollo 
evolutivo gradual ni permitiría que un sistema incompleto e inoperante se 
propagara de una generación a otra.Pero como veremos, la única razón por la cual 
Behe y colegas no entienden cómo procesos evolutivos relativamente sencillos y 
bien conocidos han podido generar sistemas tan complejos sin la intervención de 
seres sobrenaturales es que a) no entienden cómo opera la evolución y b) ni 
siquiera entienden bien la naturaleza de la complejidad biológica. Sin embargo, 
como Michael Behe es uno de los miembros más influyentes de la escuela de Diseño 
Inteligente, y como el hecho de que es un bioquímico profesional puede ser 
suficiente para llevar a pensar que sabe de lo que habla, vale la pena examinar 
y refutar sus argumentos a fondo.
Michael Behe y la complejidad irreducible como "evidencia" de diseño 
inteligente
La influencia de Behe no proviene de ningún 
descubrimiento importante en su campo sino del simple hecho de que, como es un 
bioquímico profesional, puede hablar elocuentemente de los intrincados detalles 
de los procesos moleculares que se dan dentro de las células. Behe realmente no 
añade nada nuevo al viejo argumento de "complejidad"; simplemente lo ha llevado 
al nivel subcelular. El problema de Behe es que puede que sepa mucho de la 
organización e interacción de moléculas para realizar funciones complejas (como 
la coagulación), pero no sabe mucho de la evolución. Conoce bien las partes y 
procesos bioquímicos, pero no entiende los mecanismos por medio de los cuales la 
evolución puede formar nuevas partes y procesos a partir de variación genética 
existente. Es más, abriga ciertos errores serios sobre los aspectos más básicos 
de la teoría de la evolución. Por ejemplo, dice que la evolución es un proceso 
"al azar", cuando hasta los libros de biología de secundaria explican que el 
cambio evolutivo ocurre por medio de procesos aleatorios (al azar) que alteran 
la variación genética disponible en una población (como mutaciones, 
recombinación genética, deriva genética, etc.,) combinados con mecanismos 
selectivos no aleatorios (como la selección natural), que con el paso de 
generaciones seleccionan ciertas modificaciones evolutivas y propagan 
diferencialmente las que dan a los organismos ventajas reproductoras en un 
ambiente determinado (de modo que esta parte del proceso no es aleatoria ). Al 
igual que Dembski y casi todos los creacionistas, Behe no capta que la selección 
natural dista mucho de ser algo al azar.
Es importante entender que ningún 
biólogo dirá que los sistemas moleculares subcelulares que Behe menciona no son 
sumamente complejos , pero cualquier biólogo especializado en evolución dirá que 
los mecanismos evolutivos naturales pueden generar mucha complejidad, en todo 
nivel de organización, y que no hay motivos para pensar que la complejidad de 
los sistemas moleculares que funcionan en el interior de las células sea el 
resultado de algo más que esos procesos evolutivos naturales, de la mano de 
ningún "diseñador".
Puede que Behe sepa escribir fórmulas químicas 
complicadas en un pizarrón, pero esos son puros malabarismos. Sus métodos no son 
muy diferentes de los de los creacionistas bíblicos tradicionales: ya sea por 
ignorancia crasa de los principios evolutivos o porque se hace el ciego ante lo 
que contradice sus nociones preconcebidas de intervención divina, Behe 
tergiversa el conocimiento actual sobre los mecanismos de la evolución y comete 
el mismo error metodológico de todos los creacionistas: incapaz de "imaginar" 
cómo se formaron las maravillas del mundo natural sin un dios, trata de 
imponerle a la realidad su noción preconcebida de un "diseñador inteligente", 
para lo cual busca procesos de la vida que todavía no se han descrito o 
entendido totalmente y dice que lo que todavía no entendemos es prueba de la 
intervención de un dios.
Si esto suena conocido, es porque no es diferente 
del razonamiento de los "creacionistas científicos" de vieja guardia que atacan 
la evolución porque en el registro fósil (o en el conocimiento humano) hay 
"lagunas"... y cuando esas lagunas se resuelven buscan otra cosa que todavía no 
se entienda y repiten el mismo argumento.
Adentrémonos un poco más en los 
argumentos de Behe.
Behe empieza el libro Darwin's Black Box (y suele 
empezar sus presentaciones) diciendo: 
"para que la teoría de la evolución 
sea verdad, tiene que explicar la estructura molecular de la vida". Eso es 
cierto y todo biólogo evolutivo lo acepta. Pero a continuación Behe dice que el 
propósito del libro es "demostrar que no la explica".
Behe no cumple su 
grandilocuente propósito: los ejemplos de sistemas bioquímicos subcelulares 
complejos que supuestamente son "evidencia" de diseño no prueban nada; ninguna 
de sus explicaciones lleva a pensar que los mecanismos de la evolución no 
pudieran generar esa complejidad.
El argumento básico de Behe es que la 
evolución puede ser responsable de las características de la vida en todos los 
niveles de organización, con excepción del nivel molecular subcelular. A 
diferencia de otros creacionistas, como los de Tierra joven, Behe reconoce que 
el universo tiene miles de millones de años y que las especies están 
emparentadas porque descienden de antepasados comunes. "La idea de ascendencia 
común (que todos los organismos comparten un antepasado común) me parece 
convincente y no tengo razones para dudar de ella", escribe Behe.
El 
bioquímico evolucionista Ken Miller, que ha debatido personalmente con Michael 
Behe en varias ocasiones, comenta que este dice que no le molesta en absoluto la 
idea de que los seres humanos y los simios descienden de un antepasado común. 
(¡Ahora sí lo van a matar los creacionistas tradicionales!). Bueno, si acepta la 
evidencia concreta de la evolución y de la ascendencia común, ¿con qué aspectos 
de la teoría de la evolución es que no está de acuerdo? Behe ve evidencia de 
diseño divino en los complejos sistemas biológicos del interior de la célula 
pues no cree que hayan podido generarse por medio de los mecanismos conocidos de 
la evolución biológica.
Como bioquímico, Behe conoce bien esos sistemas. 
En parte, el problema es que está demasiado inmerso en su propio rincón del 
universo biológico (las reacciones bioquímicas subcelulares) y no ve que en 
todos los niveles de organización de la materia hay "sistemas biológicos 
complejos" (inclusive en niveles donde no dice que haya "diseño").
Behe 
destaca ciertos sistemas moleculares complejos de la maquinaria interna de las 
células (los sistemas que mediante una multitud de "pasos" químicos producen 
enzimas, anticuerpos, agentes de coagulación, etc.,) y dice: "Estos sistemas son 
supremamente complejos. ¡Es imposible que los formara la evolución biológica!". 
No le cabe en la cabeza que la evolución pudiera producir reacciones en cadena 
tan complejas por su cuenta, y entonces dice que por fuerza hay que reconocer 
que algún "diseñador inteligente consciente" (bien podría decir "dios") los tuvo 
que haber creado tal como los vemos hoy.
A Behe personalmente "no le cabe 
en la cabeza" que la evolución pudiera producir esos sistemas, pero eso no 
quiere decir que haya encontrado evidencia de diseño.
A manera de 
paréntesis, tengo que comentar que me gusta que los detalles maravillosamente 
intrincados de las reacciones bioquímicas maravillen a Behe, y me imagino que 
incluso cuando los biólogos descifren por completo todos los aspectos esenciales 
de esos procesos nos seguirán pareciendo increíblemente maravillosos. Pero el 
hecho de que algo sea maravilloso (y que no lo entendamos bien todavía ni 
conozcamos cómo se desarrolló) no justifica saltar a la conclusión de que lo 
creó un ser sobrenatural. A lo largo de la historia humana hasta el presente, 
mucha gente dice que ha dicho que vio un "milagro" cuando observó algo que no 
podía explicar o colocar en su debido contexto). Por ejemplo, como no sabían lo 
que eran, en la antigüedad pensaban que los rayos eran mensajes de los dioses; 
pero pensar eso no hace que sea realidad.
Uno se da cuenta de que Michael 
Behe no entiende los procesos de la evolución cuando explica cómo supone que un 
"diseñador inteligente consciente" pudo diseñar las reacciones bioquímicas 
complejas. Dice que el diseñador posiblemente tomó las primeras células vivas 
hace unos 4 mil millones de años y les empacó toda la información molecular 
necesaria que iban a necesitar para producir todos los sistemas bioquímicos 
complejos que vemos en diferentes organismos hoy. Esto es absurdo y no tiene 
sentido desde el punto de vista científico. Es tan absurdo que otros biólogos no 
se molestarían en contestarlo si no fuera porque Behe es el vocero consentido 
del movimiento de Diseño Inteligente.
¿Cómo es posible que toda la 
información molecular necesaria para todos los procesos bioquímicos "futuros" 
(de organismos que evolucionaron cientos de millones de años después de la 
aparición de la vida, como admite Behe) estuviera ya en las primeras células 
(que no usaban esos procesos) hace miles de millones de años? Behe dice que no 
puede probarlo, pero que especula que la información genética "preformada" (que 
no se necesitaría por cientos de millones de años) debe haber estado latente 
gracias al control de un gen regulador (como los que encienden y apagan muchos 
sistemas subcelulares) que permaneció apagado por muchísimo tiempo.
¡Esto 
no tiene el menor sentido desde el punto de vista científico! Efectivamente en 
las células hay genes reguladores que apagan ciertas funciones moleculares por 
un tiempo. Pero es ridículo decir que los genes que codifican todas las 
funciones subcelulares que "después" aparecieron ya estaban presentes en estado 
latente ("apagados") en las primeras células y que pasaron de generación en 
generación, completamente intactas, por miles de millones de años. Como dice Ken 
Miller, la visión de Behe es "una fantasía genética imposible de genes 
'preformados' a la espera de que aparezcan gradualmente los organismos que los 
necesiten".
Cualquier genetista dirá que los genes "apagados" no pueden 
permanecer intactos, sin cambiar, por cientos de millones de años. Cuando los 
genes se transmiten de generación en generación, con el tiempo se acumulan toda 
clase de mutaciones al azar ("errores de copiado") que a la larga cambian las 
instrucciones genéticas básicas. Eso se aplica a cualquier conjunto de genes. 
Además, se ha demostrado en el laboratorio que los genes inactivos ("apagados") 
tienden a acumular mutaciones a mayor velocidad que los genes activos. Esto 
tiene sentido a la luz de la teoría de la evolución porque la selección natural 
no puede eliminar cambios genéticos que ocurren en sistemas latentes que todavía 
no tienen ningún efecto en un organismo, ya que esos cambios no dan a los 
individuos ventajas ni desventajas reproductoras; por lo tanto, nada previene o 
restringe la acumulación de mutaciones genéticas. Esto explica por qué los genes 
inactivos cambian más rápido que los genes activos.
O sea que si, como 
propone Behe, un "diseñador inteligente" hace 4 mil millones de años empacó en 
las primeras células todas las instrucciones químicas que necesitarían y después 
dejó que procediera la evolución natural, es imposible que la información 
genética necesaria para los sistemas moleculares posteriores (como el mecanismo 
de coagulación sanguínea de los mamíferos) se hubiera conservado en su estado 
original. Pero para Behe precisamente la compleja estructura de los sistemas 
moleculares hoy es "evidencia" del "diseño inteligente" inicial que ocurrió hace 
miles de millones de años. Esta es una enorme falta de coherencia lógica del 
argumento central de Behe, para la cual no tiene respuesta.
Dejemos de 
lado por el momento la absurda idea de que la vida empezó con células diseñadas 
por un poder sobrenatural con instrucciones preformadas para todas las funciones 
celulares posteriores, y veamos los problemas del argumento fundamental de Behe: 
que si un sistema biológico es sumamente complejo no puede ser resultado de la 
evolución.
Esto simplemente no es verdad. Todos los biólogos saben que hay 
muchos sistemas biológicos altamente "complejos", ya sea dentro de las células o 
a cualquier nivel de organización, como las partes del cuerpo, organismos 
enteros, poblaciones o comunidades ecológicas. La definición de "complejo" es 
que tiene muchas partes o componentes interrelacionados e interdependientes (y 
muchos biólogos y gente en general opina que la belleza y la maravilla de la 
vida radica en su gran diversidad, que en sí es una forma de complejidad). 
Inclusive se podría pensar que las células son complejos "ecosistemas" en 
miniatura de moléculas bioquímicas trabadas en interrelaciones complejas. Por 
ejemplo, las células siguen muchos pasos para metabolizar (procesar) las fuentes 
de energía, reproducir su maquinaria genética, producir mecanismos defensivos, 
repararse, interactuar con otras células para realizar funciones complejas como 
coagular la sangre, etc., etc. Pero decir que un sistema es "complejo", solo 
quiere decir que no es "simple": que tiene muchas partes que operan en un 
proceso integrado. La complejidad no es en sí algo misterioso o inexplicable por 
procesos naturales.
Para ilustrar otro ejemplo de complejidad biológica 
pensemos en un terreno de una compañía maderera sembrado con una sola especie de 
pino y comparémoslo con un terreno de bosque natural. El pinar diseñado por la 
compañía maderera para que crezca rápido no tiene mucha variedad: por todos 
lados hay fila tras fila de una sola especie de árbol y esa uniformidad a su vez 
produce poca variedad de alimento y otros recursos que puedan aprovechar otras 
especies. Así que la diversidad de los animales del pinar también es poca. (Es 
más, a pesar de la cantidad de árboles, el pinar es una especie de baldío 
biológico). Es un sistema muy simple . Por contraste, pensemos en una selva 
tropical o en un bosque mixto de América del Norte, donde se encuentran montones 
de especies distintas de árboles, arbustos, hongos y plantas con flores, y todo 
eso crea una colcha compleja de hábitats que aprovecharán miles de especies de 
insectos, aves, anfibios, reptiles, mamíferos, etc.
De una forma u otra, 
directa o indirectamente, los componentes de ese sistema (todas las especies de 
plantas y animales) interactúan y se interconectan de formas complejas. En tales 
sistemas una gran cantidad de especies son interdependientes: no pueden 
funcionar plenamente ni sostenerse saludablemente una sin la otra. Tal es el 
caso de las interacciones que entrelazan a los polinizadores (insectos, aves, 
murciélagos, monos) y las plantas con flores que polinizan; o de las aves de 
rapiña y sus presas. Esas interacciones son tan importantes para la salud 
general del ecosistema que se ha visto que si se elimina una parte (por ejemplo, 
matando demasiados insectos y aves con pesticidas o causando la extinción de un 
depredador de la parte superior de la cadena alimenticia), puede derrumbarse 
toda una población biológica y a veces todo un ecosistema.
Así que todo 
sistema biológico complejo, ya sea al nivel molecular o al nivel de ecosistema, 
está compuesto por una red de eslabones entrelazados e interpedendientes de 
diferentes organismos. La gran cantidad y variedad de eslabones suele dar a los 
sistemas complejos más estabilidad de la que tienen los sistemas simples. Pero 
si se trastornan muchos eslabones o si se trastorna un eslabón especialmente 
central (como la eliminación de un depredador importante), hasta un sistema 
complejo puede derrumbarse, y en ese caso suelen "caer duro". (Tristemente, esto 
es lo que está pasando en la gran mayoría de las selvas tropicales del planeta, 
donde, en una escala monumental, la intervención humana está trastornando y 
trastocando ecosistemas crucialmente complejos).¿Por qué hablar de los 
ecosistemas complejos en una discusión de la propuestas de Behe de Diseño 
Inteligente al nivel subcelular? En parte, para mostrar que la complejidad 
biológica no es exclusiva del nivel subcelular. Sin embargo, Behe no argumenta, 
que yo sepa, que esos otros niveles de complejidad biológica también son 
"evidencia" de un diseñador divino. Esto encierra una incoherencia lógica. Si 
Behe entiende cómo la evolución desarrolló un alto nivel de complejidad al nivel 
de ecosistema, ¿por qué no entiende que la evolución pudo desarrollar un alto 
nivel de complejidad al nivel de las moléculas biológicas?
La "gran 
objeción" de Behe a la evolución es que unos sistemas biológicos son tan 
complejos que se puede decir que son " irreduciblemente complejos", o sea, que 
requieren un mínimo de partes para funcionar y si no tienen una sola de esas 
partes dejan de funcionar. Para Behe esa "complejidad irreducible" es la 
verdadera evidencia de Diseño Inteligente porque, dice, la evolución jamás 
podría producir todas esas partes de una sola vez. Por ejemplo, si un sistema 
necesita 50 pasos químicos sincronizados para cumplir una función, no puede 
haber evolucionado de un sistema que tiene 48 ó 49 pasos porque ese precursor no 
funcionaría; asimismo, es inconcebible que ocurran suficientes mutaciones al 
azar para desarrollar un sistema tan complejo "de una sola vez". Además, añade 
Behe, la evolución no puede producir sistemas "irreduciblemente complejos" en 
etapas, con el paso del tiempo, porque la selección natural solo favorece 
sistemas que son "totalmente" funcionales. Un sistema que no tenga todas las 
partes necesarias no funcionará y la selección natural lo eliminará, afirma 
Behe. Ese es el meollo de su argumento contra la evolución-
¿Tiene algo de 
verdad el argumento de que la "complejidad irreducible" de ciertos procesos 
bioquímicos es evidencia de diseño?
No. Veamos por qué.
Los 
conocimientos actuales de la evolución demuestran que los sistemas complejos 
(con nuevas funciones) pueden evolucionar de sistemas menos complejos y 
probablemente con funciones diferentes , como veremos en los ejemplos de más 
adelante. El argumento de Behe (y de sus predecesores del siglo 19) es 
incorrecto porque la selección natural pudo haber favorecido y preservado los 
componentes "preliminares" de cualquier sistema biológico (las partes que 
evolucionaron antes) cuando tenían funciones distintas a las que desempeñarán 
más adelante como parte de un sistema altamente evolucionado. La evolución 
produce nuevos caracteres a partir de la variación genética que existía en las 
generaciones previas de una población (por medio de mutaciones y otras 
recombinaciones genéticas al azar, como vimos). Pero eso no quiere decir que la 
variación genética de una población generara necesariamente partes y caracteres 
que eran "menos funcionales" en una forma dañina; la variación genética de un 
tiempo anterior puede haber generado funciones limitadas pero ventajosas para 
los organismos (como una versión simple o "primitiva" de lo que más adelante 
sería un carácter complejo), o pudo haber generado caracteres que cumplían 
funciones enteramente distintas.
Behe no concibe cómo puede evolucionar un 
sistema complejo con múltiples partes mediante un proceso de modificaciones 
evolutivas de partes y sistemas preexistentes, que desempeñaban funciones 
distintas (pero no dañinas). Behe ilustra la "complejidad irreducible" con el 
ejemplo de una trampa para ratones de cinco piezas (una plataforma, un resorte, 
un anzuelo y demás); dice que es "irreduciblemente compleja" porque necesita 
todas las cinco piezas en buen funcionamiento al mismo tiempo para atrapar 
ratones. Una trampa que no tenga una de las piezas será inútil. Con esta 
analogía Behe quiere decir que un sistema biológico que requiere todas sus 
partes para funcionar no puede haber evolucionado de un sistema que no tenía 
todas esas partes porque el sistema incompleto no sería funcional y sería 
perjudicial, y la selección natural lo habría eliminado. Pero como refuta 
bromeando el evolucionista Ken Miller, la trampa puede funcionar sin todas las 
piezas... como otra cosa. Miller agarra una trampa, le quita un par de piezas ¡y 
hace un clip que funciona perfectamente bien! Con ese chiste quiere ilustrar el 
hecho de que el precursor evolutivo de un sistema "irreduciblemente complejo" 
(al nivel bioquímico o a cualquier otro nivel de organización) pudo haber sido 
"funcional" en una línea antepasada con menos partes (o que interactuaban de 
otras formas), pero en una función diferente.
Otro ejemplo favorito de 
Behe de "complejidad irreducible" es la serie de reacciones bioquímicas que 
permite el movimiento de los cilios o los flagelos celulares (pelillos que 
tienen células como los espermatozoides). Esas reacciones bioquímicas se 
realizan dentro de tubos microscópicos en los cilios o los flagelos. Si se 
interrumpe uno de los pasos, no se mueven. ¿Es este un sistema bioquímico 
complejo? Claro que sí. ¿Sabemos absolutamente todo lo que se puede saber sobre 
esos procesos? No, todavía no. ¿Pero creen los biólogos que inclusive las más 
complejas de esas estructuras (que Behe considera "irreduciblemente complejas") 
pueden haber evolucionado naturalmente y sin intervención divina a partir de 
estructuras preexistentes más simples presentes en especies anteriores? Sí. Ken 
Miller (también bioquímico) da ejemplos de la vida real de muchas estructuras 
similares, compuestas de una cantidad menor de túbulos (y por lo tanto "más 
simples") que no tienen toda la gama de funciones de las estructuras más 
complejas; pero tienen algunas estructuras y algunas partes, y funcionan (de 
modo más limitado). Estos sistemas más simples todavía existen en organismos 
actuales, y la selección natural obviamente no los ha eliminado como algo 
"defectuoso".
Si en uno de esos sistemas precursores aparecen mutaciones 
genéticas y ofrecen nuevas capacidades funcionales que dan a los organismos una 
"ventaja" reproductora en determinado ambiente (por ejemplo, espermatozoides que 
nadan mejor), la selección natural tenderá a propagar esas modificaciones en las 
generaciones siguientes. Esto ocurre automáticamente (sin necesidad de 
intervención divina); de ese modo la evolución puede "construir" nuevas 
estructuras y producir nuevas funciones o funciones mejoradas a partir de las 
partes que estaban presentes (cumpliendo funciones diferentes o limitadas) en 
generaciones anteriores y en especies antepasadas.
¿Por qué no es 
"evidencia" de diseño divino la gran complejidad del ojo humano y de otros 
mamíferos (ojos con visión estereoscópica), como afirman los defensores del 
"diseño inteligente" desde el siglo 19? Porque no hay motivos para pensar que 
los mecanismos evolutivos usuales no sean suficientes para desarrollar 
estructuras tan complejas con el tiempo ( mucho tiempo), en una serie de 
modificaciones con la mezcla usual de mutaciones y recombinaciones genéticas al 
azar (que ocurren constantemente en toda población) combinada con la selección 
natural no aleatoria. Cuando apareció una capacidad primitiva y muy limitada de 
detectar la luz, formas o movimiento en una línea antigua de organismos, es 
fácil imaginar que la selección natural tendería a propagarla.La evolución de 
los primeros "ojos" primitivos (grupos de pocas células que detectan luz de modo 
muy limitado y que todavía se observan en organismos hoy) le dio a los animales 
que los tuvieran una enorme ventaja en cualquier ambiente con luz. Basta pensar 
en la gran ventaja reproductora de los animales que pueden detectar movimiento y 
evadir a los predadores.
Desde el siglo 19 los creacionistas preguntan 
"¿para qué sirve medio ojo?". La respuesta es: "¡para mucho!". La selección 
natural favoreció las modificaciones genéticas de los descendientes de esos 
individuos que mejoraron la capacidad de ver, y produjo mejores ojos con más 
campo de visión.

Lo
que ilustran estos ejemplos, una vez más, es que las estructuras y sistemas 
biológicos pueden evolucionar de lo simple a lo complejo (y a veces en sentido 
contrario) en un proceso gradual a lo largo de mucho tiempo. La evolución de 
mayor complejidad no ocurre "de una vez": los sistemas y caracteres menos 
complejos y "parciales" de las líneas evolutivas anteriores pueden ser todavía 
perfectamente funcionales, en diferente grado o de otra 
forma.
Publicado originalmente en el Obrero Revolucionario #1220, 23 
de noviembre, 2003.
Fuente:
 Sindioses.org
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