La calidad de un modelo educativo no se mide sólo por los grandes “cerebros” que produce sino por su capacidad de generar una sociedad que viva lejos de la incultura y que posea avidez de conocimientos. En ese sentido el modelo finlandés es ejemplo. En un discurso atribuido a la presidenta Tarja Halonen se expone perfectamente por qué es necesario un modelo educativo de nivel en la sociedad actual.
La educación es la mejor vacuna contra la pseudociencia, el pensamiento mítico, las magufadas, la ineptitud y la corrupción. Esa línea de pensamiento la arrancó hace unas décadas Finlandia con unos éxitos espectaculares; pasando de los últimos lugares de Europa en educación a liderar ésta a nivel mundial, tanto en calidad como en resultados. En ese período ocurrió una catarsis que involucró a toda la sociedad finlandesa: profesores, políticos, padres, alumnos, empresarios, etc. La educación se convirtió en un frente de batalla y se dedicó para ello un importante porcentaje del PIB (6% sin contar lo que se dedica a investigación).
Hoy en día los resultados están a la vista, una sociedad bien formada, con una inversión en investigación y desarrollo por encima de países como Gran Bretaña y EEUU; líderes en industria de telecomunicaciones y biotecnología. Y todo ello en un país de apenas cinco millones de habitantes, sin apenas recursos naturales y que está cubierto por la nieve y los hielos casi las dos terceras partes del año.
Hay un discurso atribuido a la presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, que resume muy bien como ha de ser un modelo educativo que erradique la incultura de la población. Destaco dos fragmentos del mismo:
Fuente: Liencia y sus Demonios
La educación es la mejor vacuna contra la pseudociencia, el pensamiento mítico, las magufadas, la ineptitud y la corrupción. Esa línea de pensamiento la arrancó hace unas décadas Finlandia con unos éxitos espectaculares; pasando de los últimos lugares de Europa en educación a liderar ésta a nivel mundial, tanto en calidad como en resultados. En ese período ocurrió una catarsis que involucró a toda la sociedad finlandesa: profesores, políticos, padres, alumnos, empresarios, etc. La educación se convirtió en un frente de batalla y se dedicó para ello un importante porcentaje del PIB (6% sin contar lo que se dedica a investigación).
Hoy en día los resultados están a la vista, una sociedad bien formada, con una inversión en investigación y desarrollo por encima de países como Gran Bretaña y EEUU; líderes en industria de telecomunicaciones y biotecnología. Y todo ello en un país de apenas cinco millones de habitantes, sin apenas recursos naturales y que está cubierto por la nieve y los hielos casi las dos terceras partes del año.
Hay un discurso atribuido a la presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, que resume muy bien como ha de ser un modelo educativo que erradique la incultura de la población. Destaco dos fragmentos del mismo:
Toda persona tiene que recibir formación y educación para ir tan lejos como su capacidad se lo permita”. No es suficiente que una sociedad posea algunas personas muy capaces. Toda la población tiene que tener la posibilidad de formación durante toda la vida.En el final de su discurso la presidenta resume muy bien por qué es necesario ese esfuerzo en educar:
Los modelos educativos de muchos países tienden a producir una “élite” bien formada que desempeñará las actividades que requieren mayor capacidad intelectual despreciando la formación del resto de la población. Y en ocasiones no sólo despreciando, sino que el término que a veces más se aproxima es “humillando”. Quiero dejar claro que ese desprecio no viene de parte de los profesores, que hace una labor más de digna en mitad de un temporal que sopla de cara, sino de las clases gobernantes que han convertido la educación en un frente más de batalla para sus artimañas manipuladoras. A diferencia de otros modelos, el modelo finlandés tiene como objetivo que toda la población esté bien formada, al menos hasta donde lleguen sus capacidades.
Un pueblo educado sabrá elegir dirigentes honestos y competentes. Estos elegirán a sus mejores asesores.Esa es la clave, ¿son capaces los dirigentes de un país de vivir en una sociedad así?. Para el resto de la población, la que no pertenece a la aristocracia, ni está en ningún grupo de poder, esa es la sociedad en la piensa que merece la pena vivir.
Un pueblo educado no permite corruptos ni incompetentes.
Un pueblo de ignorantes desperdicia sus recursos y se empobrece.
Un pueblo ignorante vive de ilusiones.
Un pueblo educado sabe diferenciar muy bien un discurso serio, de una charla demagógica.
Un pueblo de ignorantes es tierra fértil para el discurso falso.
Fuente: Liencia y sus Demonios